martes, 30 de noviembre de 2010

Nov, 30



Es la atonalidad de tus gritos lo que me perturba
Es la sutil capa de polvo gris que cubre tus muslos rosas
Lo que eleva la temperatura de mi horno cerebral

Es la falo-hipnótica naturaleza de tu sexo
Lo que atrae con locura a mis puños entreabiertos
Escucho música hindú sin placer y sin furia

Es la eterna redondez de tus formas
Y la infinita infantilidad de tu sensualidad
Lo que me devuelve a pesadillas perfectamente orquestadas

Por la fiebre, y el cold turkey,
Y el mono y l abstinencia, con síndrome o sin el
Por el delirio de saber que ya no corre sangre por mis venas

Sino el eco de tu voz, gemido anguloso, sopor taciturno,
Sonido de la cítara que corta finamente los cristales,
Observa el piso, cubierto de diamantes

Las percusiones me resecan el alma, a golpe
De insinuaciones paranoicas, e intentos fallidos
Literatura del mutismo, grosera voz del silencio

Taladrar de aves carpinteras en el patio,
Troncos debilitados, cimientos hechos pedazos
Control sobre la marea, no sobre el corazón

Que late inútilmente, intentando
Salir de su sarcófago de mármol negro,
Como un guante púrpura asomándose en tu bolso viejo.

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