domingo, 14 de noviembre de 2010

Nostalgias Rezagadas (III)

Despierto solo, igual que ayer. Igual que ayer en una habitación que no es la mía, en una cama demasiado cercana al suelo, junto a la jaula del cuyo que hace ruido toda la noche y cuyo olor y aspecto están siempre a punto de no dejarme dormir por el asco. Ayer estuve escribiendo hasta poco antes de las dos. Me da miedo ojear la libreta. Sospecho que no hallaré nada que valga la pena. Las mismas ideas que se mezclan incesantemente con los recuerdos y los reproches. Echo un ojo a la caja del x-box lite junto a la cama. La etiqueta; el precio me parece insultante. Juego un rato, quizás así aleje a los fantasmas. Ningún juego me convence. Apago la consola y el televisor. Salgo al pasillo. Las fotos de bebé me apaciguan un rato. Mejores tiempos, seguramente. Un buen desayuno. Algo de cereal con leche. No, mejor aún, salir, echar un ojo a las revistas del Sanborns de Madero, fumar y caminar un rato mientras le miro el culo a las niñas que se han ido de pinta. Quizá, si mi ánimo mejora, intentar ligarme a alguna niña regordeta de cabello castaño y mejillas rosadas, una que me la recuerde, que me haga sentir que está cerca, aunque sólo sea una autoimpuesta charada.

Desisto del proyecto. No encuentro mis llaves. Joder. Ahora tendré que esperar a que alguien llegué, no puedo dejar el apartamento abierto. Aquí no hay nada que hacer. Leer, tal vez. Mirar un rato la tele. Revisar algunos textos. El de la editorial no tiene tiempo, o al menos eso nos ha dicho. Tal vez marcarle a Diana y decirle que venga, que hay tiempo de quejarnos del mundo, de tratar de ordenarlo, de inventarnos a golpe de tabaco y café negro un mundo mejor, más comodo para la singular forma de nuestros complejos. Pero lo más probable es que no pueda. A ella la realidad le alcanzó y tuvo que hallar un trabajo. Es asistente de una reportera en una revista de negocios. Trató de convercerme de presentarme para una vacante similiar. "A mí aún me alcanza con lo que me mandan de casa" le dije, después de mi negativa. La beca se nos acabo hace un buen rato, pero aún resulta emocionante cruzar el portón del cole y sentir como una aire de solemnidad nos refresca la rebeldía, por más contradictorio que esto parezca.

Prendo el estéreo. Al abrir la bandeja me topo con un cd blanco. Ramones. Anthology. A mano, tinta negra. Sacó el disco, no estoy de humor para ingenuas distorciones de sonido. Busco entre la pila de cajas de plástico sucio. Nada interesante. Algo de pop, trova a montones, incluso ópera, o mejor dicho, eso que los yuppies con retraso llamán ópera. Sarah Brightman, Emma Shapplin. Nunca he escuchado alguna de sus placas completas. Con suerte jamás lo haré. Un par de discos de boleros, incluso uno de bossa nova. No. Demasiado suave. Al fin un disco original, que no se diga que en esta casa no se cumple con la ley. El MTV Unplugged de la Venegas. Lo coloco en la charola. Play. Los aplausos. La ovación. Es lo que menos importa. Tengo que confesarte a veces... No es el momento indicado. Tampoco el lugar. Con prisa, casi con desesperación, busco el track siete. Quizás el paso del tiempo nos enseñe algo...

Ultimamente el tiempo ha sido mi obsesión predilecta. Y es que todos mis planes a futuro se limitan a esperar. Nueve, ocho meses. Aunque se que en tanto tiempo las cosas pueden dar un giro completo, tal vez ya no seremos los mismos... Esperar. Esperar un milagro, y mientras tanto sentarse en el pórtico a ver como giran la ruedas. Pero Julieta me recuerda que el presente es lo único que tengo, pero considera el panorama completo y también espera que ojalá y el tiempo sirva de algo. Pero me alivia que sigamos, ella (fantasma, sombra, posible desenlace, principio fatal) montados en el mismo tren, sobre el mismo vaivén que a veces, no siempre, nos provoca una nauseas mortales. Ese ligero malestar.

A veces juego a ser sabio y me conformo con imaginar que alguna vez, amor de mis amores, podré ayudarte, sacarte de algún apuro, decirte algo importante o simplemente dedicarte una canción de Julieta Venegas.

Julieta Venegas, MTV Unplugged. 2008.

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