lunes, 9 de mayo de 2011

Ashes to Ashes

Y abrías tus dos pechos descubriéndome el resguardo de tu seno, y flotaba por breves estancias en la cálida agua de tu misericordia, entre nenúfares regados por el rocío de sangre de las ciegas víctimas de tu voluptuosidad . Pero este refugio nunca tardaba en convertirse en el hocico del dragón y miel no era ya más que una delgada capa de ceniza negra y mis huesos resecos, chocando unos con otros, no eran otra cosa que una sonaja de lata con la que divertías a la criatura caprichosa y cruel que dormitaba en tu vientre, deleitada siempre por el eco de la muerte. Era cada vez más débiles mis gritos: frágiles restos de furia atorados entre tus costillas.


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