jueves, 23 de septiembre de 2010

El Año de la Furia [Fragmento]

No supe que hacer cuando me di cuenta de que ya estaba muerto. No él, sino yo. Muerto hasta el cuello. Sin rastros de oxígeno en el cuerpo. Estúpidamente muerto. Sin remedio y sin reversa. Austeramente inanimado. Tumbado sobre la acera mojada, tan fría contra los huesos de mi espalda. Lo extraño de la muerte es que aparte de la incapacidad para realizar cualquier movimiento y la conciencia que uno tiene de estar muerto, las cosas no cambian mucho realmente. Gracias a esto pude ver a todos los curiosos que rodearon mi cadáver, aún no listo para la tumba, con sus zapatos llenos de fango y sus ojos ensanchados por la sorpresa.

Siempre deseé que mi vida fuera un espectáculo. Lo malo es que nunca estuve preparado para el arribo de la audiencia. Me tomaban siempre por sorpresa y rara vez tenían aplausos guardados para el final de la rutina. El stage fright me paralizaba, mi rostro enrojecido delataba la impureza de mis actos. De una entrada triunfal pasaba a una serie de tropiezos que arruinaban la velada y el público volvía a casa con la sensación de haber visto algo que siempre pudo haber sido mejor. If we’d only have time…

Mi contuso cráneo debe haber sido lo primero que llamó su atención.

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