sábado, 4 de diciembre de 2010

No tengo (en serio, te lo juro) mucho que ofrecerte
Un puñado polvoriento de piropos sucios, que nunca entenderías,
Una caja repleta de mentiras piadosas decorada con esmero con un moño y dos flores,
Una cama inquieta donde cada noche se debe practicar por obligación y costumbre
The mystery dance, juntos a mis poemas caducos y mis sueños de polvo de cristal.

Te ofrezco estaciones mancas, trenes que vuelven después de una hora,
Después de falsas despedidas envueltas en celuloide, y mucha música, eso si
Te ofrezco a the strokes, a varese, a jelly roll morton y a veces a bach,
Aseguro tardes de cine europeo y mucho whisky y mucho vodka y algo de tequila
y, si el cielo sonríe y los tiempos son buenos, uno o dos puñados de anfetaminas

Y largos paseos junto a ríos ya resecos. Y paranoias indelebles,
Pesadillas monocromáticas con mucho sudor y temblar de los huesos.
Delgados hilos de luz que se cuelen para rodear tu cintura, y mis manos,
Siempre aquejadas de fiebre, siempre sedientas de piel, siempre
Manchadas de sangre de tinta y saliva.

En pocas palabras sólo puedo ofrecerte mi calentura, mi locura y, si los astrólogos lo aconsejan, mi completa dependencia.

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